Mi hijo de 2 años está comprando fruta con su padre y por eso puedo estar delante de mi ordenador y escribir.
Llevo un mes frénetico. Estoy devorando libros sobre el nudo maternal: comenzó con Beauvoir y Friedan, seguidas de Lazarre y Nancades, Rachel Cusk y Orna Donath. Esa ansia de leer justo ese tipo de textos me delata: estoy embarazada de 5 meses de mi segundo hijo varón.
Ahora soy sobretodo una gran lectora, aunque para el mercado laboral me muestro como escritora/periodista/
Lamiendo, curando heridas de la desconexión.
Me iba bien, empecé a recuperar la sensación de esperanza y libertad, de amplitud para aprender, probar otras cosas más cercanas quizás, más auténticas para mí, pero entonces leí que van a publicar el ensayo de Joanna Russ "Como acabar con la escritura de las mujeres" y se me saltaron las lágrimas. ¿Y si en todo este tiempo de trabajo interior con mis sombras y opresores y oprimidas interiores en realidad ha sido una huida porque no podía más? ¿Y si no es que mi voz sonará durante 12 años en un lugar equivocado (porque desde que dejé de escribir y publicar nadie me ha echado en falta ni me ha buscado en estos últimos 6 meses para poder seguir publicándome, para escuchar mi voz de nuevo), pero que he caído en la trampa y he dejado de escribir por todo lo que Russ describe en su ensayo?
¿Y si me han silenciado?
Y lo que es más preocupante, ¿y si mi afición reciente de cocinar platos nuevos, sorprendentes y nutritivos todos los días no es otra manera de expresión de mi creatividad rebosante sino lo único que puedo hacer estando cuidando de mi hijo sin tiempo ni lugar para aportar ni transmitir ni compartir mi arte, mis reflexiones, mi mundo con el Mundo para no estar pensando en ello constantemente?
¿Si solo me salva, por ahora, de volverme loca?